Como muchxs antes que ella, el dolor y la bronca por el asesinato de su hermano, Pocho, hace 21 años, en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, abrió la puerta a la militancia colectiva.
El reclamo de justicia se hizo fuerte y se multiplicó junto a familiares de las otras víctimas de aquellas jornadas y fue sembrando lucha en cada rincón, con presencia y abrazos, allá en donde se vulnerara un derecho y fuera necesario amucharse para dar la batalla.
Con ternura y paciencia, con tesón y sin bajar la guardia, denunció la impunidad y la violencia, la falta de justicia y el abandono. Acompañó a las víctimas de la inundación de 2003 en Santa Fe y muchas otras causas en todo el país, peleándole a la desmemoria allí donde quisiera instalarse. Porque sabía que no llegaría de otra forma: a la justicia, la hacemos entre todxs.
La recordaremos siempre presente, porque así estaba ella, en cada lugar donde hiciera falta, como familiar de víctimas de la represión, como docente, como mamá, como feminista, como concejala, como militante política, como referente de la pelea diaria en los territorios. Brindando abrazos y apretones de manos, compartiendo un mate, hablando siempre desde el amor y con su sonrisa amplia, nos enseñó que hay que seguir andando. Y eso haremos, querida compañera, levantando bien alta tu lucha como bandera.
105