El militante internacionalista Facundo Molares Schoenfeld fue liberado de la detención que cumplía en la unidad penitenciaria federal de Ezeiza, Buenos Aires. Sufría un injusto cautiverio, que se extendió por más de 8 meses, por un pedido de extradición formulado desde la «Jurisdicción Especial para la Paz de Colombia», un organismo creado tras los acuerdos entre las FARC y el Estado colombiano que, curiosamente, pidió su extradición por supuestas acciones que ya no eran punibles por dichos acuerdos.
«Lo primero es agradecer a todos los que hicieron esto posible. Contamos con pueblo, contamos con organización, contamos con familia. Tenemos la fuerza suficiente para triunfar. Sigamos adelante, en la lucha, hasta que nuestro digno pueblo sea feliz, hasta que nuestro país y en el mundo vivamos en armonía y fraternidad», expresó Molares por redes sociales, minutos después de ser liberado.
Más allá de la abierta ilegalidad de la detención y la descarada persecución política que hacía la derecha colombiana, el pasado 6 de julio la demanda de extradición solicitada por Colombia fue desistida, por lo que el nefasto juez Otranto no pudo más que ordenar su libertad. Es de estacar el incansable trabajo de los organismos de derechos humanos, de la defensa legal y la movilización que se produjo en torno a la lucha por la libertad de Facundo, de la que esta Central fue parte.