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De eso no se habla

por Juan Carlos Giuliani

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Existe un pacto implícito entre la dirigencia de la partidocracia demoliberal, los grupos hegemónicos de comunicación, el poder económico, la superestructura cultural del sistema y otros actores del régimen formadores de opinión para acallar o tergiversar la actuación de la clase trabajadora durante los oscuros años del terrorismo de Estado. De eso no se habla. Se ignora al sujeto histórico generador de la riqueza de las naciones.

Frecuentemente, de manera interesada, se subestima el rol de la clase en la lucha contra la dictadura cívico-militar. Y sin embargo, fue impresionante. Y cómo lo han ocultado, porque el enemigo tiene que invisibilizar que los trabajadores y trabajadoras siguieron resistiendo en medio de la masacre. Metiendo un rulemán en la cinta transportadora, o “miguelitos” a la salida de los bondis, o haciendo huelga de brazos caídos, o trabajando “a tristeza” o con paros “a la japonesa”. Por supuesto que no eran los “Gordos” de la CGT posteriormente devenidos en sindicalistas empresariales. El nivel de resistencia de los trabajadores fue una epopeya. Y si no, basta comparar lo que duró la dictadura en la Argentina, con lo que se mantuvo en Chile o Uruguay. Eso demuestra el nivel de conciencia, organización y lucha de la clase trabajadora argentina comparada con la de nuestros países hermanos.

Aunque parezca increíble, los medios no se acuerdan de la Huelga General y Movilización del 30 de marzo de 1982 por “Pan, Paz y Trabajo” liderada por la CGT Brasil de Saúl Ubaldini, brutalmente reprimida por las “fuerzas del orden” que asesinaron al obrero Benedicto Ortiz en Mendoza y detuvieron a cientos de dirigentes. Tampoco se le da la dimensión histórica que tuvo al 27 de abril de 1979, fecha de la primera Huelga General a la dictadura militar.

Fue una cuestión pactada la salida de la dictadura y el ingreso de la democracia y ello quedó en evidencia cuando el primer Gobierno Constitucional, de Raúl Alfonsín, en el informe de la CONADEP legitima e institucionaliza la “Teoría de los Dos Demonios”. Entonces, si había “una banda de pequeños burgueses aventureros que andaban tirando tiros por ahí” -como decía el Partido Comunista Argentino- y estaban “las Fuerzas Armadas de la Nación” por el otro lado, la consecuencia es que el resto del pueblo miraba esta confrontación como si fuera un partido de tenis.

Es funcional a la “Teoría de los Dos Demonios” que se invisibilice la resistencia y la lucha de los trabajadores argentinos. Y es funcional a esa Teoría que no hablen del 30 de marzo del ’82, cuando fueron reprimidos los trabajadores dos días antes de que Leopoldo Galtieri lanzara la aventura de rescatar las islas Malvinas dirigida por unas Fuerzas Armadas subordinadas al Imperio y con las manos manchadas de sangre de nuestro pueblo. Por eso, la “Teoría de los Dos Demonios”, que tuvo el propósito de tergiversar la historia, con el correr del tiempo empezó a ser desmantelada por la conciencia y el compromiso colectivo, por el protagonismo de las Madres, las Abuelas y fundamentalmente de la juventud, aunque en el Gobierno de Macri se intentó -sin éxito- restaurarla.

Los que mandan aplican muy bien la ciencia política, el ensayo y el error. El ensayo fue el “Rodrigazo”, una tremenda devaluación con pérdida de poder adquisitivo del salario y aniquilamiento del ingreso de los trabajadores. ¿Pero qué pasó? Hubo una reacción popular masiva y contundente. Una de las fechas de la Historia Argentina que habrá que recordar es la del 27 de junio de 1975, una movilización convocada por los trabajadores que lo echó a Celestino Rodrigo (Ministro de Economía de María Estela “Isabel” Martínez de Perón), lo echó como rata por tirante a (José) López Rega y obligó a “Isabel” a reabrir las paritarias. A su vez, desencadenó entre los grupos económicos y los milicos la idea de que si “Isabel” era un gobierno títere, que ni siquiera fue capaz de contener esa respuesta, apelaron a lo que mejor saben hacer: “La casa es atendida por sus propios dueños” y asestaron el Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

Ellos vinieron para imponer un Modelo Neoliberal que dinamitó el Estado de Bienestar, implantado en la década del ‘40 y que -con los avatares del caso- duró prácticamente hasta el Golpe. Había casi pleno empleo, movilidad social, una sociedad integrada, una Nación que respondía. Alfredo Martínez de Hoz -ideólogo de la asonada militar- no pudo privatizar Aluar. Se opuso la Fuerza Aérea, porque Aluar fabrica aluminio y los aviones, entre otros componentes, tienen aluminio. Para perfeccionar y terminar lo que habían empezado los genocidas, tuvo que llegar la Segunda Década Infame del “Menemato”, el Gobierno de la Alianza, Macri…

El 62 por ciento de los desaparecidos en la Argentina eran militantes, miembros de comisiones internas, delegados o dirigentes de organizaciones de trabajadores. En Córdoba había un movimiento de trabajadores con una potencia de resistencia y combatividad muy fuerte. Antes de la dictadura funcionaba a pleno la Coordinadora de Gremios en Lucha, que reunía a sectores de cuerpos de delegados, algunas conducciones sindicales, agrupaciones de sindicatos que tributaban en otra dirección, que estaban directamente relacionados con la disputa por la renta con las patronales y tenía una fuerte incidencia de las organizaciones político-militares. Por lo tanto, cuando vino la restauración oligárquico-imperialista y llegó la hora del terror ejecutado por los militares, que fueron la fuerza que usaron los grupos de poder para desembarazarse de la oposición, hicieron obviamente foco en la clase trabajadora.

La Central de Trabajadores de la Argentina fue la primera que testificó en una causa contra los represores, llevando al juez Baltasar Garzón en España y también en Italia, elementos probatorios respecto a los delegados, trabajadores, juntas internas y dirigentes sindicales que habían desaparecido en la Argentina, expedientes que llevaron los compañeros Víctor De Gennaro y Marta Maffei para demostrar el genocidio perpetrado en nuestra Patria.

Córdoba paradojal

El significado que tuvo en el Siglo XXI para Córdoba sentar en el banquillo de los acusados al genocida Luciano Benjamín Menéndez, enjuiciado por Delitos de Lesa Humanidad, es el mismo que tuvo para la Revolución de Mayo ajusticiar a Santiago de Liniers en Cabeza de Tigre. Ese fue el primer intento contrarrevolucionario monárquico que hubo en nuestra provincia que, como digo siempre, es una provincia paradojal: La de la Reforma Universitaria, el “Cordobazo” y el “Viborazo”, pero también la del levantamiento de Liniers, la del Golpe Gorila de la “Revolución Libertadora” del ‘55 y el reinado sobre la vida y los bienes de los cordobeses que ejerció Menéndez y la horda de asesinos que prestó servicio en el terrorismo de Estado.

En vísperas de un nuevo 24 de marzo vale la pena recordar que el poder real que maneja los hilos en Córdoba prohijó, festejó y celebró a Menéndez. ¿La Voz del Interior es capaz de decir que el sanguinario General Menéndez participaba de los aniversarios de ese diario más que centenario, actualmente propiedad del Grupo Clarín? ¿La Bolsa de Comercio será capaz de decir que engalanaba sus salones cada vez que había algún acontecimiento importante? ¿Lo podrán decir los grupos empresarios? ¿Los dirigentes políticos que lo visitaban en el Tercer Cuerpo pidiendo consulta y opinión mientras él torturaba y asesinaba a compañeros abrirán la boca para contarlo? Su presencia en los palcos después de retornada la democracia no fue obra de la casualidad.

La oligarquía cordobesa le rinde pleitesía al poder permanente: El Arzobispado, el Tercer Cuerpo de Ejército, la Familia Judicial (Provincial y Federal), los barones económicos, los dueños reales de las cosas porque el resto son gerentes: Los Roggio, los Pagani, los Urquía, el Grupo de Entidades Empresarias de Córdoba (G6), y la Fundación Mediterránea, que es la que les baja línea, cuna de la que surgió Domingo Cavallo y que hoy maneja el ultraliberal Carlos Melconian.

En Córdoba, detectar a los grupos de poder es muy sencillo. Lo que pasa es que como tienen comprados a los grandes medios de comunicación que manejan la opinión pública en la provincia, el discurso dominante se impone con la billetera de la pauta publicitaria. Pero todo tiene que ver con todo. Los sectores nombrados han sido tributarios, de una manera u otra, del régimen de terror que implantó Menéndez desde el Tercer Cuerpo.

A esto lo saben muy bien, porque constituye un componente fundamental de su ADN, el “Cordobesismo” y Juntos por el Cambio, las dos fuerzas político-electorales hegemónicas en la provincia de Tosco, el “Negro” Atilio y Salamanca.

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