Cada 1º y 2 de Noviembre, las culturas ancestrales tanto del hemisferio sur como del hemisferio norte, celebramos el reencuentro con los seres que partieron de este mundo a esa dimensión eterna Wiñay Marka; esta fiesta ceremonia es conocida por diferentes nombres en los idiomas de los diferentes pueblos, en el mundo Andino se la conoce como “wiñay pacha”.
Durante la colonia todas las fiestas y ceremonias originarias fueron superpuestas por celebraciones cristiano católicas; cambiándoles el nombre, en algunos casos la fecha de celebración y cambiándoles también el verdadero sentido. En el caso de la fiesta ceremonia del Wiñay Pacha, desde la colonia pasó a denominarse “Fiesta de Todos Santos”, por lo que hoy en día, después de un duro proceso de cristianización forzosa, en algunas comunidades se refieren a dicha celebración como amay uru, que es simplemente una traducción al aymara de “día de los difuntos” o ajay uru “día de las almas”. Recordemos que para las culturas más antiguas la muerte no existe, por lo menos no de la forma como se concibe la muerte desde la visión occidental, como el final, la cesación de todo y por lo tanto como algo trágico.
Jiwaña es un término aymara con una significación muy amplia; más que un final es una transición; de esta palabra Jiwa, se desprenden términos como jiwaki (hermoso) o como jiwasa (nosotros). La relación entre los términos “muerte”, “hermoso” y “nosotros”, nos muestran que se trata de una cosmovisión totalmente distinta a la occidental. Ya que esta transformación ocurre sólo cuando muere el individuo y no el ser, dando lugar a la comunidad; muero yo, para dar paso al “nosotros” y esta transformación en el proceso de la vida es hermosa. En el mundo Andino la vida es eterna; el ser humano simplemente pasa por esta vida como por un camino, la muerte es sólo una transición de un lado a otro; de hecho, el nacimiento y la muerte son lo mismo, sólo depende de qué lado de la puerta estamos. Dentro de nuestra cosmovisión, existe una completa y estrecha relación entre todos los espacios y dimensiones que conforman el Multiverso.
De esa manera, estos días de ceremonia se convierten en “el espacio-tiempo eterno sagrado” “Wiñay Pacha” donde se restablecen los lazos con la fuerza ancestral. Algunas señales como vientos inusuales (tutuka), o el descenso de la neblina (urpu), son indicadores naturales de que los ancestros ya están llegando. Este es un tiempo en el que se tiende un puente entre lo visible y lo invisible y podemos encontrarnos con nuestros ancestros, a quienes recibimos con alimentos, bebidas, flores, velas, incienso, y sobre todo con alegría. En realidad en esta celebración celebramos la vida, no celebramos la muerte. Esta vida que para nosotros es un viaje sagrado porque tenemos la responsabilidad de caminar con respeto y honrando cada encuentro, seguros de que no caminamos solos, sino junto a nuestros ancestros, con toda esa sabiduría de la experiencia generacional y honrando a la vez la oportunidad que ellos nos dieron de resolvernos y ayudar a resolverlos a ellos para cumplir con aquello que nos ha tocado a cada uno en este viaje sagrado.
Emb. Fernando Huanacuni Mamani: Ex Canciller del Estado Plurinacional de Bolivia. Coordinador del RUNASUR.