En ese marco, Alicia Parodi fue invitada el pasado viernes 16 de septiembre a una ceremonia, encabezada por el director General de Educación y Cultura de la Provincia de Buenos Aires, Alberto Sileoni, en la cual se procedió a la corrección de los libros matrices de la escuela.
Según relató la propia dirigente, la ENAM de Banfield “fue una de las instituciones educativas más golpeadas por la Triple A y el terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico militar eclesiástica”.
Además, Parodi recordó a los compañeros y compañeras, de entre 15 y 18 años, aún desaparecidos. “Sus ausencias todavía duelen”, señaló al respecto.
La reparación incluyó también a dos desaparecidos/as, Mónica Tresaco y Rubén Gerenschtein, y a otra sobreviviente como Silvia Bucci, quienes, junto a Alicia Parodi, tienen registro en el libro matriz como “egreso por inasistencia”. Dicha reparación incluyó la entrega del correspondiente certificado.
A continuación, compartimos el conmovedor relato de la compañera Alicia Parodi, publicado en sus redes sociales el pasado 24 de marzo.
Memorias
La Escuela Normal Antonio Mentruyt (ENAM), fue una de las instituciones educativas más golpeadas por la AAA y el Terrorismo de Estado de la última dictadura cívico-militar-clerical.
Con el golpe, ENAM fue intervenida, los cómplices fueron quienes entregaron los legajos de lxs que luego fueron desaparecidxs, asesinadxs, torturadxs o exiliadxs, fue revelador, cuando entrabamos al colegio, miembros de un grupo de tareas salían con las negras carpetas, oscuras e inmensas como el futuro cruel que nos esperaba.
Pocos días después nos mutilaron, las ausencias todavía duelen, son esas separaciones violentas las que hicieron que advirtiésemos que no eran nesesarixs nuestrxs cumpas, sino imprescindibles. Éramos chicos y chicas de entre 15 y 18 años, estudiantes secundarios secuestrados de nuestras propias casas, Margarita Ercole, había egresado un año antes y estudiaba en La Plata.
Estudiábamos, trabajábamos, militábamos; muchxs fueron arrancados de sus camas a altas horas de la noche el 27 de mayo de 1977, esa fue la fecha más dura, se llevaron a cuatro, después siguieron visitando y secuestrando a lxs demás. Sabíamos que no volverían, salvo Silvita (Silvia Bucci, sobreviviente ), quien prestó declaración ante la Cámara Federal de La Plata en 2014 y dijo: “Pidieron por mí, me solicitaron el documento, me dijeron que me vistiera, porque había estado durmiendo. Estaban mi papá, mi mamá y mi hermano, que era chiquitito. Yo tenía 16 años”.
Esa noche maldita se llevaron a Margarita Ercole, Nina Goldberg, ambas de 18 años, Rubén Gerenschtein, de 17 años, y María Silvia Bucci, de 16.
Y siguieron y siguieron, algunxs pudimos zafar, con los métodos más difíciles a mi me tocó ocultarme unos días en casa de una tía que vivía en Solano, jornadas de tren sin destino.
Pocos días en San Luis, Santiago del Estero, Salta, por último Tartagal, que me daría la posibilidad de salir por tierra de Argentina, sin un mango, con 17 años, quinto año inconcluso y mil sueños e ilusiones truncas, pero salí cargando con lo más pesado: la culpa de estar viva y de haber dejado expuestas a mi hermanita de 10 años revolcada en una zanja para que dijera donde estaba, a mi mamá con la casa y el alma destruida junto a mi papá, que igual que ella, habían quedado con los lagrimales secos.
Yo pensé que la frontera me iba a dar tranquilidad, ilusa, entré a la Bolivia de Hugo Bánzer Suárez, otro genocida que incorporó a su país en el Plan Cóndor y allí caí, no me salvé de la cárcel, ni de los simulacros de fusilamiento, ni de que me tiren a la celda de los presos comunes.
La vida continuó, siguió Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, nada fue fácil, mucho menos el regreso el 8 de diciembre de 1983, cuando algunxs nos hablaban del “exilio dorado”, todos y todas sufrimos, quienes se quedaron, quienes pudimos huir (un millón), quienes fueron privados de su libertad (cien mil), y no podemos contar el sufrimiento de lxs 30400 compañerxs detenidxs desaparecidxs, ellxs hablan por nuestras voces, acompañan nuestras luchas, son esa fuerza que día a día nos empuja para seguir adelante, como los afectos, como los abrazos, como las semillas que germinaron y hoy siguen siendo bandera en nuestrxs hijxs.
Si el número 30400 asombra, explico, hay 400 compañerxs de la comunidad LGTBYQ+ que nunca nadie reclamó, es hora de hacerlo.
Mónica Tresaco, ¿Cómo olvidarte amiga y compañera querida? Rubén, Torito, Margarita, Víctor Galuz, Eduardo Stregger, en total treinta y uno que fueron parte de la escuela y de su historia, que muchxs quieren olvidar. Para eso estamos lxs sobrevivientes, para enseñar los dientes al olvido .
Aquí estamos, y aquí seguiremos, con cuerpos, palabras, emociones y pensamientos en la continuidad de la resistencia.
Algunxs sobrevivientes sabemos y experimentamos en carne propia que nos doblaron muchas veces, pero no lograron quebrarnos y eso por convicción nos motiva cada amanecer a seguir andando para que alguna vez, aunque no veamos el sol, la emancipación brille sobre nuestros pueblos.
* Material informativo y fotográfico cortesía de Graciela Córsico, directora del equipo de Biblioteca de la CTA.