Lo que sucede en Jujuy es de una complejidad enorme. El daño que el Gobernador Morales produjo a la sociedad jujeña y a todo el país no se puede calibrar con precisión.
Que a Morales y a sus aliados les interesa el Litio no hay dudas. Sin embargo, la magnitud de la deuda pública con el FMI y el acuerdo de pago obliga al Estado argentino a disponer de los recursos para la obtención de dólares rápidamente; es decir, hace imposible una política de desarrollo en base a los recursos naturales. Es decir, no es un interés de Morales solamente y a eso hay que tenerlo en cuenta.
Mi hipótesis es que lo principal que sucede en Jujuy es el problema del orden social y cómo se lo garantiza. El gobernador Morales está empeñado en construir un orden social represivo, hay quien lo llama fascista, donde las garantías jurídicas para la crítica de ese orden queden relegadas a la mínima expresión. Un orden social que se distancia enormemente de la búsqueda de los pueblos originarios de ir hacia un modelo de organización plurinacional.
La estrategia de la represión exhibe y oculta. Exhibe la voluntad política de Morales de dañar de innúmeras maneras a quienes producen una crítica al orden social que se pretende consolidar. Lo que sucede con las causas inventadas para encarcelar a quienes organizaron o participaron de las protestas es el indicador más palmario de esa voluntad política.
Esa represión oculta el grado de avance de ese orden social erigido sobre las injusticias históricas basadas en los privilegios de raza, clase y colonialidad. La reforma de la constitución es la garantía jurídica de ese orden social establecido sobre estas coordenadas.
Los pueblos originarios entienden, creo que sobre un acuerdo interpretativo que es propio de nuestro imaginario, que esto es sólo una vía para quedarse con los recursos naturales. Sostengo que es importante entender que el orden social es una zona de la realidad que tiene cierta autonomía. Lo que se busca es ese orden social de cementerio; a Morales y a la derecha les interesa el orden social del cementerio. Y eso tenemos que poder entender. También le interesa defender los privilegios que pudo obtener negociando con la alta burguesía, sin duda. Pero le interesa levantarse y mirar por la ventana y ver el cementerio, que Jujuy se parezca a un cementerio. Ese es el sueño de la derecha como lo opuesto a la vitalidad de un pueblo, al florecimiento de miles de disputas en torno de cómo vivir bien y con dignidad. Disputas que empujan el pueblo a la calle.
Morales insiste en decir que él combate al Estado paralelo. Eso que él llama Estado paralelo es lo que llamo vitalidad del pueblo para disputar ese orden social que ya se instaló y se busca ahora consolidar.
La intervención política ahora, la de quienes rechazamos ese orden social impulsado por Morales y sus aliados, es producir discursividad y alianzas de diferentes escalas y heterogéneas (en el sentido óntico): locales, provinciales, nacionales, regionales e internacionales. Esas alianzas deben tender hacia la instalación de un orden social plurinacional, que articulen la condición originaria con la migrante, que ponga en discusión la cuestión del ambiente natural y rediscuta, para decirlo en términos clásicos, la cuestión de la libertad.
Por: Oscar Vallejos, Secretario de Formación de la CTA.