Sandra fuerte, guerrera y valiente, denunció (sabiendo a lo que se exponía) a la connivencia entre la policía y los lugares donde las menores eran víctima de explotación sexual.
Ella no dio su vida, se la arrebataron. Fue un crimen que aún continúa impune. Es nuestra mártir porque la asesinaron levantando su voz poniendo el cuerpo por las mujeres y disidencias más vulneradas por la hipocresía de nuestra sociedad.
Desde nuestra Central de Trabajadores Autónoma nunca dudamos en levantar su bandera, en cobijar a las compañeras de Ammar. Y su tremenda fuerza y valentía es un desafío que nos impulsa a seguir andando, a seguir gritando fuertemente que no pudieron, que Sandra cabrera está presente, hoy y siempre.
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