Como nunca son necesarias las instancias deliberativas y de votación: atravesamos una coyuntura social y económica con una gran necesidad de organización popular y del mundo del trabajo para responder a los embates.
Esta prórroga no puede entonces verse más que como espuria connivencia del Estado y las burocracias sindicales, especialmente la cúpula de la CGT, para inhibir la vida sindical, la expresión de la voluntad de las bases al menos en aquellos pequeños espacios que deja el unicato sindical en las instituciones más vetustas. Lo que se extiende es el mandato de las conducciones que apoyan el pacto social que se pretende impulsar y se dificultan o anulan los debates internos.
En un marco en que se forzó sin estructura necesaria el retorno a la presencialidad en las escuelas, buena parte del mundo fabril está funcionando –como lo hizo incluso durante lo peor de la pandemia de Covid 19 y se proyectan elecciones generales, resulta inadmisible que se siga dilatando el desarrollo normal de la vida interna de los gremios.