Por: Juan Carlos Giuliani* | Somos herederos de las heroicas luchas de resistencia de nuestro pueblo. De ahí venimos. Construyendo puentes hacia una Patria para todos.
Definitivamente, para nosotros marzo no es un mes más en el calendario. A 45 años del Genocidio perpetrado por la Dictadura Cívico-Militar, las secuelas son devastadoras y el deterioro social agudizado por la pandemia está a la vista. Un país postrado. Su economía concentrada y extranjerizada. La falta de trabajo y, el que existe, mal remunerado y precario. El hambre hipotecando el presente y futuro de nuestros pibes. Nuestros viejos arrinconados por el olvido. La pobreza que se expande y no acaba. La destrucción del ambiente. Un futuro promisorio para muy pocos. La tragedia de no saber qué pasará mañana para la gran mayoría.
A más de 37 años de recuperada, esta democracia formal no ha resuelto los problemas de fondo que padece nuestro pueblo. Tampoco ha abierto las puertas a la participación y protagonismo popular. La Deuda Interna que permanece pendiente mientras se sigue pagando escrupulosamente la estafa de la Deuda Externa. La colonización de buena parte de la dirigencia política que activa posiciones moderadas para avanzar “paso a paso” en reformas progresivas sin remover de raíz el Modelo fogoneado por el Agronegocio, no sólo implica subestimar la estatura del enemigo. Más grave aún. Termina siendo funcional a los planes de la oligarquía.
La desindustrialización del país, la apertura indiscriminada de la economía, el endeudamiento externo, la bicicleta financiera, la destrucción del aparato productivo, la concentración de la riqueza, los magros salarios, la precarización laboral y la miseria, marcharon paralelas al secuestro y desaparición de 30 mil luchadores populares, la cárcel y el exilio de miles de compatriotas y el despido de más de medio millón de delegados, activistas y trabajadores. Esa radiografía de las consecuencias provocadas por la Tiranía Oligárquico-Militar, la marcó a fuego la Carta Abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh en marzo de 1977.
Reconocer la resistencia de los trabajadores y el pueblo, de los organismos de derechos humanos, de las organizaciones revolucionarias y rescatar la memoria de los 30 mil ausentes, que padecieron el martirologio por su identidad con un Proyecto de Emancipación, constituyen ejercicios ineludibles para abrigar la esperanza de un futuro diferente y la convicción de que nunca más reinará la impunidad.
No nos han vencido. Pero siguen teniendo la sartén por el mango. Sería iluso pensar que el fascismo no dejó sus larvas. Hace poco tiempo, en una clara incitación al odio y la violencia, sectores de la oposición al Gobierno del Frente de Todos dejaron bolsas mortuorias con nombres de líderes políticos y sociales frente a la Casa Rosada con una implacable amplificación del aparato mediático hegemónico.
¿Por qué habría de sorprenderme que hicieran lo que hicieron? Si son los mismos que aplaudieron el bombardeo a la población civil en la Plaza de Mayo en junio de 1955; los que alentaron los fusilamientos de José León Suárez y el crimen del General Valle; los que bancaron a Onganía y Lanusse; los patrocinadores del Golpe de Estado. No son otros que los que durante el Gobierno de Macri quisieron imponer el beneficio del 2 x 1 a los genocidas presos y no pudieron porque el pueblo llenó las calles para repudiarlo. Los que negaban el número de detenidos-desaparecidos. Los campeones de la fuga de capitales. Son ellos los que impusieron a balazo limpio la “Doctrina Chocobar”.
Al poder no se le responde por las redes sociales expresando indignación por lo que hacen, porque lo hicieron siempre que pudieron y lo volverán a hacer si se lo permitimos.
Son ellos o nosotros.
Al revanchismo oligárquico lo paramos con la fuerza de los que no se resignan: Con más Organización, Poder y Unidad Popular.
*Periodista. Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Secretario de Relaciones Institucionales de la CTA hasta septiembre del 2018.