Durante la larga historia de lucha que antecede a lo ocurrido el 3 de junio de 2015, las identidades no hegemonicas que nos comprendemos dentro del marco político de disputa por el reconocimiento político y los derechos humanos, como parte de un proceso que buscaba visibilizar la muerte en manos del patriarcado de una mujer cada 35 horas, y una persona trans cada 96 horas, se instaló en la agenda pública mundial que la muerte de mujeres y diversidades no era un hecho aislado, sino que respondía a un modelo sociocultural capitalista, donde la opresión conduce a una vida de tortura y muerte prematura.
Siete años han pasado desde el primer grito de Ni Una Menos, el nuevo escenario social nos reúne a repensar ¿qué modelo de sociedad necesitamos? Aunque las respuestas parecen evidentes, este último tramo posterior a dos años de pandemia, nos demuestran que las cifras de femicidio y travesticidio en argentina no han cambiado, sino que por el contrario aumentan de manera avasallante y disputan nuevos sentidos políticos sobre la existencia y, como nos atraviesa desde la corporalidad, la expresión de la identidad, el lenguaje, la economía, el ejercicio de roles y poder ¿qué lugar ocupan los medios de comunicación? y ¿cómo se reeduca a la sociedad en función de las necesidades del sistema?
Las Juventudes de la CTA Autónoma, sostenemos en el entramado por la liberación de los pueblos, que el grito de Ni una menos, está intrínsecamente relacionado al Grito de Burzaco, donde la identidad de clase trabajadora que nos convoca a seguir pensando el nuevo modelo de país, no puede no pensarse desde políticas de cuidado, en el reconocimiento político, material y simbólico de cuidar y ser cuidades, de existir como ciudadanes no sólo jurídicamente sino en el pleno ejercicio respetuoso de todos los derechos que contemplan a las personas.
Es por eso que decimos Ni Una Menos cuando le decimos no al pago de la deuda ilegítima contraída con el FMI, que se arrastra desde la dictadura y se agudizó durante el gobierno de Macri, quien en su línea política neoliberal respondía a un modelo de exclusión de les menes favorecides, explotación y condiciones indignas para les trabajadores y concentración de la riqueza en las manos de unes poques. Entendemos que, sostener dicho pago, nos posiciona en un sometimiento y dependencia permanente, siendo las mujeres, disidencias e infancias les primeres en sufrir las consecuencias del modelo extractivista. Llevándose nuestras vidas, nuestros recursos, nuestra soberanía. Con FMI no hay Ni una menos.
Para pensarnos superando la crisis post pandemia debemos poder transformar nuestra realidad simbólica y eso no implica únicamente hablar y construir el Estado que necesitamos, sino poder volver a habitar los espacios de deseo, donde la cultura se convierta en un arma de resistencia política, y dónde hablar de deseo no sea una cuestión de privilegios.
Con el FMI no hay Ni una menos, porque implica el sometimiento económico, lo que condiciona que la distribución de ingresos no sean direccionados a políticas públicas con proyección a un Estado para todes. Desde ese lugar, sostenemos que pensar él Ni una menos, debe ser con presupuesto participativo, estabilidad laboral, reconocimiento de tareas de cuidado, salud pública y de calidad, accesibilidad educativa y formación profesional, porque reconocemos, que este ni una menos, se construye con accesibilidad y autonomía, porque él ni una menos implica una reivindicación hacia una vida digna. No queremos vivir para sobrevivir.
Ahora bien, ¿qué nos propone a pensar, que dicho pago del acuerdo con el FMI sea ratificado por el gobierno Democratico y Popular, sostenido por el pueblo? ¿Cómo nos pensamos como militantes en este nuevo tiempo?
Queremos soberanía sobre nuestros cuerpos y nuestros recursos. Queremos el ejercicio pleno de la ciudadanía como sujetes polítiques que durante años se ha negado. Queremos vivir plenamente, no sobrevivir, y eso requiere de definiciones políticas reales y concretas que respondan a nuestras necesidades. Políticas que lejos de la subordinación a los mandatos de las grandes potencias occidentales como camino inexorable, contribuyan a la construcción de otras relaciones sociales hacia el buen vivir. Recursos y presupuesto reales para las políticas sociales con una mirada desde la perspectiva de géneros. Queremos que la policía se capacite con la Ley Micaela; son quienes se resisten a recibir la capacitación que habilita el abordaje integral en situaciones de violencia de género, ya que es la misma policía quien como institución patriarcal sostiene y reproduce mecanismos de violencia sistemáticamente sobre las víctimas de violencia de género. Queremos una justicia transfeminista, que el Estado deje de ver para otro lado y responda nuestras demandas que a gritos y en cada marcha expresamos. Estamos hartes.
Que nos garanticen los derechos conquistados, la efectiva implementación de la ILE en todo el territorio argentino. Sin ESI no hay Ni una menos, que se aplique en todas las escuelas la ley que fue sancionada en el 2006 y hasta la fecha sigue sin implementarse tal y como lo establece dicha ley. Queremos Ley Integral Trans ya, queremos el ejercicio pleno y en condiciones de igualdad de sus derechos y libertades, la integración social a nivel cultural, económico-laboral. Salud, educación y todos los derechos que nos corresponden como ciudadanes.
Queremos pan, techo, tierra y trabajo. Las juventudes estamos siendo explotadas, precarizadas y excluidas del modelo productivo, mujeres y disidencias sometidas a las condiciones que genera el sistema productivo. Queremos justicia social, salario mínimo universal.
Este Ni una menos seguimos sosteniendo para vivir y no sobrevivir, apostamos y construimos un Estado con Soberanía, Trabajo Digno, y Producción Sustentable.
3J LasJuventudes nos queremos Vives, Libres y Desendeudades