“No disparen, hay chicos comiendo”
La figura de Pocho es quizás una síntesis del popular del militante de la Central. Como trabajador de ATE, Claudio Lepratti estaba profundamente anclado en el territorio y en la lucha diaria por resolver los problemas de las familias en aquellos terribles y fértiles días de fines del 2001.
Oriundo de Concepción del Uruguay, nacido un 27 de febrero de 1966, «Pocho Hormiga» se hizo militante popular en Rosario. Atrás había quedado su infancia con sus cinco hermanos junto a su mamá y papá, Dalis y Orlando, su paso por la facultad de derecho de la Universidad Nacional del Litoral y los 5 años como seminarista con los Salesianos.
Instalado en el barrio Ludueña de Rosario, le puso vida a su fe cristiana cuando se comprometió con los dolores y con los sueños de Justicia de los trabajadores y trabajadoras de las barriadas pobres de la gran ciudad, Rosario, al costado del Paraná. En ese entonces, el ciclo neoliberal en Argentina se alargaba dramáticamente más allá del menemismo y el presidente De La Rúa parecía dispuesto a sostener el hambre y la exclusión con todas las muertes que hiciera falta. Cuando el pueblo dijo basta y se tuvieron que ir, además de un país literalmente incendiado y con inmensas mayorías empujadas al hambre, dejaron un reguero de sangre con 39 muertos a manos de la represión e incontables heridos.
El 19 de diciembre de 2001 Rosario y casi toda la Argentina era un hervidero. En la ciudad el clima estaba tenso y se sucedían los rumores de saqueos y posibilidad de estallido social. La desesperación de no tener un horizonte, el desempleo generalizado y el descontrol voraz del capital financiero, en un contexto de pobreza generalizada y hambre, empujaba al desmadre social y hacía ingobernable a la Argentina: Gobierno e Instituciones estaban en bancarrota.
En esa Argentina empobrecida por las políticas de Menem, de De La Rúa, Cavallo, del FMI y de las corporaciones económicas que saquearon el país, Pocho Lepratti como delegado de ATE y Congresal de la CTA, pedaleaba sobre su bicicleta para ir a organizar la resistencia y la alegría: Se juntaba y organizaba en el barrio, creó agrupaciones juveniles con orientación en arte y comunicación, participó de talleres de formación política y teológica, estuvo con el Movimiento Chicos del Pueblo y multiplicó los panes y los peces desde la Cocina Centralizada y en la escuela N° 756 Manuel Serrano del barrio Las Flores.
Ese 19 de diciembre de 2001 los medios informaban de acciones violentas y enfrentamientos en las barriadas de las grandes ciudades del país. El modelo neoliberal para gestionar la sociedad estallaba y la rebelión popular se expresaba en todos los rincones del país. En ese contexto, mientras Pocho preparaba la comida para los pibes de la escuela, escucha disparos en la calle y subió a los techos a increpar a los policías: “Paren de tirar hijos de mil putas, hay pibes acá!!!”. La respuesta fueron disparos de escopeta con perdigones de plomo a quemarropa, a menos de 10 metros ejecutados por el agente Esteban Velásquez.
Aquella gesta del Argentinazo, la gran rebelión popular, intentó ser apagada con plomo y pólvora por parte de los dueños del capital y del odio. Junto a Pocho, al menos 38 fueron los y las mártires del sistema de exclusión. Pero la figura de Claudio Lepratti se convirtió en emblema: Pocho Hormiga y El Ángel de la Bicicleta aparecieron “por las esquinas del barrio, por calles, por las paredes de baños y cárceles”. Pero además, sigue apareciendo en la organización y es ejemplo e inspiración para la militancia; aparece en cada una de nuestras mejores acciones en la construcción de nuestra Central y en ese camino en el que Pocho nos acompañó un trecho y en el que hoy nos toca seguir.