Carlos Mugica fue, es y será un sacerdote, un pastor, un militante, un luchador y un maestro.
Vivió apasionadamente alimentado de la cotidianeidad y de la sencillez del pueblo, caminando las villas, optando por ese Jesús que se encarna en lo pequeño, en lo humilde y no en lo pomposo y superficial.
Su manera de ser cristiano habla de Jesús, de su pedagogía profunda pero inmensamente clara, al alcance de todas y todos, pero especialmente de aquellos a quienes se les negó su lugar, a los “nadie”, a los ninguneados: “Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres, por su liberación. Si el señor me concede el privilegio – que no merezco – de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición”.
Un 11 de mayo de 1974, la siniestra Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), baleaba a Mugica mientras oficiaba una misa en la Parroquia de San Francisco Solano y pasaría a la inmortalidad en el antiguo Hospital Salaberry de Mataderos, por ese entonces situado en Juan Bautista Alberdi y Pilar, sitio donde el jueves 11 de mayo la CTA Autónoma, junto a diversas organizaciones, y referentes sociales y políticos, le rindió un sentido homenaje.
¿Qué hubiese hecho Carlos Mugica en este momento de la historia? Es imposible saberlo con certeza, pero siguiendo su ejemplo uno puede imaginar que estaría luchando como entonces por la liberación de nuestro pueblo, por salarios y jubilaciones dignas, por alimentos a precios accesibles libres de la especulación de los grupos concentrados. Además, condenaría cualquier sujeción a la fuerza monetaria internacional y a la terrible deuda externa con el FMI asumida por el neoliberalismo que gobernó entre el 2015 y 2019, reclamaría que la paguen los que la fugaron, defendería un Estado activo por la justicia social, reclamaría por la urbanización de las villas, y por la libertad de Milagro Salas y de todo preso político, cuestionando al sistema judicial y a la Corte Suprema.
Su ejemplo militante, su lucha y su compromiso con el pueblo caminan junto a nosotros y nosotras en la construcción de un mundo nuevo, de una sociedad justa e igualitaria.
Padre Carlos Mugica, presente, ¡ahora y siempre!