La iniciativa, que se llevará a cabo este sábado 19 de agosto a las 12 horas frente a la embajada británica en Buenos Aires (Luis Agote 2412, CABA), es coordinada por los grupos Libertad Assange Argentina y Free Assange Wave, y cuenta con el apoyo de la CTA Autónoma y múltiples organizaciones políticas, sindicales y de DDHH.
El acto consiste en hacer llegar las cartas escritas por Chris Hedges, periodista estadounidense premiado con el Pulitzer y defensor de la causa de Assange, a la embajadora británica Kirsty Hayes: «No habrá libertad de prensa si no hay libertad para Julian Assange», sostiene Hedges en su texto.
Una vez entregadas las cartas, se brindará una conferencia de prensa frente a la embajada con las presencias confirmadas de Adolfo Pérez Esquivel, Hugo «Cahorro» Godoy, Ricardo Peidro, Iris Pereyra de Avellaneda, Pablo Llonto y Marta Maffei, entre otros.
Las cartas a entregarse cuentan además con la adhesión de Cristina Fernández de Kirchner, Eugenio Zaffaroni, Tristán Bauer, Nora Cortiñas, Giselle Santana, Abuelas de Plaza de Mayo y la Asociación de Sobrevivientes, familiares y compañeros de presos de Campo de Mayo.
Esta acción es en respuesta a un llamado del colectivo noruego “Set Julian Free” para que se realice a nivel global la misma entrega de cartas en diferentes ciudades del mundo, pero que por ahora se limita a Noruega y Argentina. Según adelantaron sus organizadores, se espera que la iniciativa se replique en otras partes del mundo durante las próximas semanas.
Recordemos que Julian Assange es acusado en Estados Unidos de haber publicado desde 2010, a través de WikiLeaks, más de 700.000 documentos confidenciales sobre las actividades militares y diplomáticas estadounidenses, especialmente relativas a las guerras en Irak y Afganistán.
A partir de dicha situación, el Gobierno de Estados Unidos lo acusa de espionaje y conspiración para cometer espionaje, y alega que Assange puso en peligro la seguridad nacional al revelar operaciones y exponer información sensible.
En caso de ser extraditado y condenado, el australiano de 52 años podría pasar el resto de su vida en una prisión de máxima seguridad, ya que las acusaciones que enfrenta, presentadas por el Departamento de Justicia estadounidense, llevan penas de prisión de hasta 175 años.